Autor: Rubén Calderón Bouchet

Encuadernación: Rústica

Páginas: 568

Edición: 1ª

Año: 1998

ISBN: 987-507-081-1

Hemos nacido en una época que rinde culto a los hechos. Esta religió del “hecho” pone en saco rojo ciertas consideraciones respecto a la forma de observarlos que tienden a deformarlos y aún a destruís el valor de necesario punto de partida, de dato, en el sentido empírico del término, que los fenómenos tienen, para convertirlas en principio y fin de todo conocimiento, como si la ciencia fuera nada mas que una mera constatación de sucesos sin interpretación.

El hombre es quien mira e interpreta y el hombre no es una realidad simple, un puro esquema la razón abstracta que ve y reflexiona en un terreno depurado de toda influencia concreta de carácter social, histórico y personal, una realidad que emerge ante él como por ensalmo, convocada por las exigencias de una teoría que entra en liza contra las exageraciones del espíritu teórico.

El mundo no es un lugar donde los entes, en su empírica desnudez, aparecen catastróficamente ante los ojos asombrados de un fabulista perpetuo que debe extraer de ellos sin mas dato, que el que puede dar una derilicción irremediable, todo el sentido del universo. El mundo es eso universo, porque la multiplicidad de los hechos se unen el ser que los sostiene y los presenta a la inteligencia del hombre, con los rasgos que los hace ser de una manera determinada.

La ciudad griega

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Autor: Rubén Calderón Bouchet

Encuadernación: Rústica

Páginas: 568

Edición: 1ª

Año: 1998

ISBN: 987-507-081-1

Hemos nacido en una época que rinde culto a los hechos. Esta religió del “hecho” pone en saco rojo ciertas consideraciones respecto a la forma de observarlos que tienden a deformarlos y aún a destruís el valor de necesario punto de partida, de dato, en el sentido empírico del término, que los fenómenos tienen, para convertirlas en principio y fin de todo conocimiento, como si la ciencia fuera nada mas que una mera constatación de sucesos sin interpretación.

El hombre es quien mira e interpreta y el hombre no es una realidad simple, un puro esquema la razón abstracta que ve y reflexiona en un terreno depurado de toda influencia concreta de carácter social, histórico y personal, una realidad que emerge ante él como por ensalmo, convocada por las exigencias de una teoría que entra en liza contra las exageraciones del espíritu teórico.

El mundo no es un lugar donde los entes, en su empírica desnudez, aparecen catastróficamente ante los ojos asombrados de un fabulista perpetuo que debe extraer de ellos sin mas dato, que el que puede dar una derilicción irremediable, todo el sentido del universo. El mundo es eso universo, porque la multiplicidad de los hechos se unen el ser que los sostiene y los presenta a la inteligencia del hombre, con los rasgos que los hace ser de una manera determinada.